La pieza de la escritora
peruana se ubica en la década de los sesenta, sin embargo a la luz de varias
lecturas decidí desligar la pieza de su contexto histórico, colocándola en
tiempos modernos en un país cualquiera de américa latina en medio de una crisis
económica y política.
De ese modo la
dirección artística se definió dentro del montaje en su puesta plástica
siguiendo tres elementos fundamentales:
1. Iluminación:
La iluminación planteada es sencilla, una luz frontal, que permite observar lo
que ocurre en casa de Agusta, dos luces especiales para indicar entradas y
salidas del espacio y un contraluz para oscurecer las escenas en las cuales los
personajes se encuentran en ausencia de luz.
2. Vestuario:
El vestuario permite el uso de elementos diversos según lo que se ajuste mejor
a cada personaje, Agusta puede vestir como una dama de sociedad de los años 50,
Agustin viste desaliñadamente al estilo de los 90 mientras que Agustina puede
ir con fachas de hippie sin que ello separe a los personajes temporalmente.
3.
Sonidos:
El uso de ruidos atormentadores que representen el caos de una ciudad aplastada
por la bota de una dictadura y una crisis social, económica y política
Espacio Escénico:
Un simple sofá blanco con tres puestos corona la escena, se trata de la única
escenografía presente en la puesta, aunque la pieza original presenta una sala
bien amoblada con un sofá principal y algunas mesas adicionales, el trabajo
aquí se encuentra únicamente en un elemento y el uso del espacio para resaltar
los significados.
Tres de los
personajes parecen salidos de alguna pieza de Ionesco y su teatro del absurdo,
sus comentarios no tienen sentido para la pobre vecina que es la única persona
normal en esta pieza, pero que frente a sus propios problemas se ve envuelta
por esta familia, de modo que mientras la actuación de la Vecina es realista
las actuaciones de los otros personajes puede rayar en lo farsesco sin traer
complicaciones.
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